El vocalista británico Blaze Bayley (IRON MAIDEN, WOLFSBANE), cuya esposa, Debbie Hartland, según comentamos en su momento, falleció el pasado mes después de sufrir un derrame cerebral cuando estaba internada en el hospital, ha realizado la siguiente declaración:
“Gracias a todos por el apoyo durante este momento tan difícil.
Algunas semanas antes que Debbie tuviese su primer derrame cerebral, hablamos sobre lo que haríamos si pasase algo con alguno de nosotros. No se bien por qué surgió el asunto, tal vez tenga algo que ver con la pérdida de un sobrino de ella, que se vió envuelto en un trágico accidente de tráfico semanas antes.
¿Qué hago si te pasara algo? Me preguntó ella. Yo me había olvidado de tomar algunos medicamentos para la presión, recetados por mi médico, y ella se enfadó conmigo. De manera explicativa, le dije “¿Y qué hago yo si te pasa algo a ti?” Recuerdo muchas cosas de ella claramente, dejando lo que estaba haciendo, mirándome y diciendo “¿Qué harías si me pasase algo?”.
“Nada”, le dije. “Desistiría. No habría razón para vivir si no estás conmigo”. Ella me miró y sonrió de la misma manera que cuando sabía que, cuando le decía que la amaba, era en serio.
“No” dijo ella. “Quiero que continues con tu música”.
Pocas semanas después de esa conversación, Debbie estaba en coma. Los médicos nos dijeron que ese derrame cerebral había sido causado por una malformación arterio-venosa, algo de lo que nunca habíamos oído hablar. Es una anormalidad congénita en el cerebro que puede no molestar nunca, o puede acabar contigo.
Recordé aquella conversación rápida y casual que tuvimos cuando tuve que tomar la decisión de salir a hacer conciertos que Debbie había agendado para mí y la banda. Solo podía pensar que ella había hablado en serio cuando dijo “Quiero que continúes”. Fue muy difícil estar lejos de ella cuando estaba tan enferma. La primera vez fue el día siguiente a lo ocurrido. Debbie fue llevada al hospital el 6 de julio, un domingo. La noche anterior, estábamos todos en el Twickenham, con IRON MAIDEN. El concierto fue impresionante. El backstage tenía comida y bebida gratis. Me encontré con muchas personas que no veía desde hace años y Debbie hizo muchos amigos y contactos. Dijimos a todos que el disco saldría el lunes. Cuando llegó el lunes, el mundo había cambiado. Debbie estaba en coma en la UCI neurológica del hospital de Birmingham.
Debbie había organizado una sesión de autógrafos para la banda en el HMV en Birmingham a las 5 de la tarde. En ese momento, tan solo familiares próximos y la banda sabían la situación. El hospital estaba a quince minutos del local de ensayo. Debbie estaba en estado crítico, aunque más estable. Decidí ir al ensayo y volver lo más pronto posible. Esa fue una de las cosas más difíciles que tuve que hacer.
Lo próximo que ella había planeado era un viaje promocional a Italia. Hasta el último momento pensé en ir, pero la noche anterior no tuve elección que no fuese cancelar, porque Debbie tenía que pasar por una operación en el cerebro y habia riesgo de que no sobreviviese. Se lo conté a Fluvio, mi amigo de hace muchos años y representante de la banda CLAIRVOYANTS, que tenía organizado el viaje. Mientras esperábamos que Debbie saliese de la operación y, después, de la anestesia, yo, y toda la familia estuvimos acampados en el hospital y estábamos nerviosos. A veces yo salía para mandar mensajes de texto e informar al resto de la familia sobre la situación de Debbie. El domingo por la tarde llegó un mensaje de Fluvio desde Italia: Festival cancelado por causa de una terrible tormenta. Pensé: aquel viaje que Debbie y yo ansiábamos tanto, no lo haríamos nunca.
Debbie pasó por dos operaciones más en el cerebro y una en el estómago para insertarle un tubo de alimentación especial llamado “peg”, pero ninguna de ellas coincidió con ningún concierto que tuviese planeado. Cuando acabaron los conciertos, logré pasar la mayor parte del tiempo con ella en el hospital entre visitas de parientes y amigos. Los chicos de la banda continuaron haciendo lo que había sido planeado por Debbie para la gira en 2009.
Cerca de una semana después de la última operación en el cerebro, la situación de Debbie parecía estar mejorando de forma lenta, pero considerable. Los periodos de coma profundo sin respuesta fueron un poco menores, y las veces en que ella estaba despierta, parecía más despierta que cuando el primer derrame. Hubo momentos, segundos de consciencia, pero yo sabía, podía ver que ella estaba intentando luchar para volver al mundo y por mí. El fisioterapeuta y los terapeutas ocupacionales me enseñaron todos los ejercicios que Debbie tenía que hacer para mantener la movilidad en los miembros y articulaciones para que, a medida que mejorase, tuviera más movilidad y menos trabajo de fisioterapia. Hice los ejercicios con ella todos los días que estuve en el hospital. La imaginé volviendo a casa, pensé en cambiar de casa para facilitar la circulación y pensé en la gira del año que viene, esperando que ella estuviese suficientemente bien para ir con nosotros en el autobús, y que podríamos hacer los ejercicios de la terapia entre los conciertos. Sentí que si alguien podía volver de eso, era Debbie. Sentí, creí que ella estaba volviendo para mí. Los días parecían más esperanzadores.
Para mí, cada día que ella estaba viva era un día que yo bendecía. Todos los días que ella tenía mejorías mínimas, yo lo celebraba. Lloré lágrimas de alegría muchas veces durante los ejercicios. Ella no conseguía hablar ni abrir los ojos, y muchos de los movimientos que hacía eran instintivos o involuntarios, pero también hubo momentos en que eran una respuesta directa a una petición. “Mueve los dedos de los pies, Deb” le decía, y ella conseguía mover los dedos del pié derecho. “Aprieta mi mano” y ella conseguía apretar con la mano derecha. “Abre la mano” y lo conseguía, “Cierra la mano” y lo lograba. “Mueve la cabeza” y el minúsculo movimiento de la cabeza me hacía llorar. Tenía dificultad en el lado izquierdo, porque parecía haber sido el más afectado. El fisioterapeuta lo llamó el lado débil. Mientras continuábamos todos los días trabajando los movimientos, ella consiguió hasta hacer un movimiento muy pequeño con el pié izquierdo.
Era prácticamente nada, pero ahí estaba, y eso me hizo derramar lágrimas de orgullo y felicidad. En ese momento, me quedé con ella todas las noches, en una butaca al lado de la cama. Su pie derecho parecía buscar cosas que ella podía sentir con los dedos. Con la mano derecha, a veces intentaba tirar el tubo de la traqueotomía. Otras veces, tosía y se atragantaba y la enfermera venía a cuidar de ella. Esas noches fueron dolorosas y bonitas para mí. Aunque en circunstancias terribles, pasé cada noche con mi mujer. A mediodía, la madre, el padre o la hermana de Deb se quedaban con ella para que yo fuese a casa. Comprobé mi mail y todos los días había mensajes de apoyo de fans de todo el mundo. Hablaba sobre negocios de la banda con Nick y Dave y, después intentaba descansar un poco para pasar la noche con Debbie.
Cuando todo parecía realmente estar mejorendo, Debbie sufrió un segundo derrame fuerte. Le hicieron exámenes del cerebro y la llevaron a la UCI. Después de eso, vimos que sufrió otra pequeña hemorragia. A pesar de la realidad, no quise creer que no había esperanza en su recuperación. Solo que cuando la realidad es un médico excelente, que explicaba detalladamente la verdadera magnitud de las condiciones de Debbie, y estás en el hospital con las personas con quien compartes esperanza, lágrimas y la desesperación de aquellos días, mirándonos unos a otros sin poder decir nada, no es más que una situación para luchar por mantener la esperanza viva y no dejar que el último hilo de esperanza se rompa. El problema es que cuando aquella voz suave y confiante dice las palabras que describen la situación del cerebro de la persona que amas, la esperanza se acaba, se consume. Y algo tan precioso, pero sin valor material, es sustituido de manera silenciosa y cruel por un sentimiento fatalista desesperado que entra en el alma, ahora que no hay más esperanza.
Debbie luchó dos noches más. En la mañana del 27 de Septiembre, a las 10:05, ella falleció con su madre y conmigo abrazándola y confortándola mientras comenzaba su viaje a la otra vida, lejos de este mundo de dolor y sufrimiento. En ese momento, se partió mi corazón.
Yo vivía solo por ella, porque ella me dijo semanas antes que quería que continuase. Entonces, decidí intentar participar en el Medieval Festival en Beverley, cerca de Hull. Caí enfermo después de la muerte de Debbie, y el médico me dijo lo que podía ayudar a mantener mi voz y mantener bajo control el resfriado, infección de pecho o el virus que me estaba afectando. El concierto fue muy difícil y dudé si mi voz aguantaría hasta el final. La última canción de la lista fue la canción de Debbie, “While you were gone”. De alguna manera, el sonido en el escenario había mejorado y mi voz aún tenía un poco de fuerza, y conseguí cantarla para ella. Fue la primera vez que la tocamos en directo, y no tenerla allí para escucharla, fue de nuevo muy difícil.
El funeral fue el martes, el mayor que la pequeña iglesia había visto en los últimos años. Los organizadores del funeral no habían visto tantas flores para nadie más. Todos los que ella había conocido aún parecían estar ligados a ella. Si habían sido amigos, incluso por poco tiempo, aún parecían sentir el lazo años después.
El viernes hubo un pequeño velatorio privado. Las cenizas de Debbie fueron puestas en un local particular donde los que la amábamos pidíamos visitar.
Agradezco vuestro apoyo, amistad y lealtad en este momento. Se que nuestra naturaleza es revelada en los peores momentos. Mi banda también apoyó a Debbie y a mí constantemente. Mis fans me hicieron ser humilde con su generosidad de espíritu, fidelidad y comprensión. Perdí al amor de mi vida, perdí mi razón para vivir. Paro, porque ella me pidió que continuase viviendo y que continuase el camino que ella tanto trabajó para que andase. Continuaré. Por ella y por vosotros, todos vosotros que creísteis que ella estaba acertada por tener fe en mí, continuaré. Por su memoria y para honrarla, continuaré”.
“Gracias a todos por el apoyo durante este momento tan difícil.
Algunas semanas antes que Debbie tuviese su primer derrame cerebral, hablamos sobre lo que haríamos si pasase algo con alguno de nosotros. No se bien por qué surgió el asunto, tal vez tenga algo que ver con la pérdida de un sobrino de ella, que se vió envuelto en un trágico accidente de tráfico semanas antes.
¿Qué hago si te pasara algo? Me preguntó ella. Yo me había olvidado de tomar algunos medicamentos para la presión, recetados por mi médico, y ella se enfadó conmigo. De manera explicativa, le dije “¿Y qué hago yo si te pasa algo a ti?” Recuerdo muchas cosas de ella claramente, dejando lo que estaba haciendo, mirándome y diciendo “¿Qué harías si me pasase algo?”.
“Nada”, le dije. “Desistiría. No habría razón para vivir si no estás conmigo”. Ella me miró y sonrió de la misma manera que cuando sabía que, cuando le decía que la amaba, era en serio.
“No” dijo ella. “Quiero que continues con tu música”.
Pocas semanas después de esa conversación, Debbie estaba en coma. Los médicos nos dijeron que ese derrame cerebral había sido causado por una malformación arterio-venosa, algo de lo que nunca habíamos oído hablar. Es una anormalidad congénita en el cerebro que puede no molestar nunca, o puede acabar contigo.
Recordé aquella conversación rápida y casual que tuvimos cuando tuve que tomar la decisión de salir a hacer conciertos que Debbie había agendado para mí y la banda. Solo podía pensar que ella había hablado en serio cuando dijo “Quiero que continúes”. Fue muy difícil estar lejos de ella cuando estaba tan enferma. La primera vez fue el día siguiente a lo ocurrido. Debbie fue llevada al hospital el 6 de julio, un domingo. La noche anterior, estábamos todos en el Twickenham, con IRON MAIDEN. El concierto fue impresionante. El backstage tenía comida y bebida gratis. Me encontré con muchas personas que no veía desde hace años y Debbie hizo muchos amigos y contactos. Dijimos a todos que el disco saldría el lunes. Cuando llegó el lunes, el mundo había cambiado. Debbie estaba en coma en la UCI neurológica del hospital de Birmingham.
Debbie había organizado una sesión de autógrafos para la banda en el HMV en Birmingham a las 5 de la tarde. En ese momento, tan solo familiares próximos y la banda sabían la situación. El hospital estaba a quince minutos del local de ensayo. Debbie estaba en estado crítico, aunque más estable. Decidí ir al ensayo y volver lo más pronto posible. Esa fue una de las cosas más difíciles que tuve que hacer.
Lo próximo que ella había planeado era un viaje promocional a Italia. Hasta el último momento pensé en ir, pero la noche anterior no tuve elección que no fuese cancelar, porque Debbie tenía que pasar por una operación en el cerebro y habia riesgo de que no sobreviviese. Se lo conté a Fluvio, mi amigo de hace muchos años y representante de la banda CLAIRVOYANTS, que tenía organizado el viaje. Mientras esperábamos que Debbie saliese de la operación y, después, de la anestesia, yo, y toda la familia estuvimos acampados en el hospital y estábamos nerviosos. A veces yo salía para mandar mensajes de texto e informar al resto de la familia sobre la situación de Debbie. El domingo por la tarde llegó un mensaje de Fluvio desde Italia: Festival cancelado por causa de una terrible tormenta. Pensé: aquel viaje que Debbie y yo ansiábamos tanto, no lo haríamos nunca.
Debbie pasó por dos operaciones más en el cerebro y una en el estómago para insertarle un tubo de alimentación especial llamado “peg”, pero ninguna de ellas coincidió con ningún concierto que tuviese planeado. Cuando acabaron los conciertos, logré pasar la mayor parte del tiempo con ella en el hospital entre visitas de parientes y amigos. Los chicos de la banda continuaron haciendo lo que había sido planeado por Debbie para la gira en 2009.
Cerca de una semana después de la última operación en el cerebro, la situación de Debbie parecía estar mejorando de forma lenta, pero considerable. Los periodos de coma profundo sin respuesta fueron un poco menores, y las veces en que ella estaba despierta, parecía más despierta que cuando el primer derrame. Hubo momentos, segundos de consciencia, pero yo sabía, podía ver que ella estaba intentando luchar para volver al mundo y por mí. El fisioterapeuta y los terapeutas ocupacionales me enseñaron todos los ejercicios que Debbie tenía que hacer para mantener la movilidad en los miembros y articulaciones para que, a medida que mejorase, tuviera más movilidad y menos trabajo de fisioterapia. Hice los ejercicios con ella todos los días que estuve en el hospital. La imaginé volviendo a casa, pensé en cambiar de casa para facilitar la circulación y pensé en la gira del año que viene, esperando que ella estuviese suficientemente bien para ir con nosotros en el autobús, y que podríamos hacer los ejercicios de la terapia entre los conciertos. Sentí que si alguien podía volver de eso, era Debbie. Sentí, creí que ella estaba volviendo para mí. Los días parecían más esperanzadores.
Para mí, cada día que ella estaba viva era un día que yo bendecía. Todos los días que ella tenía mejorías mínimas, yo lo celebraba. Lloré lágrimas de alegría muchas veces durante los ejercicios. Ella no conseguía hablar ni abrir los ojos, y muchos de los movimientos que hacía eran instintivos o involuntarios, pero también hubo momentos en que eran una respuesta directa a una petición. “Mueve los dedos de los pies, Deb” le decía, y ella conseguía mover los dedos del pié derecho. “Aprieta mi mano” y ella conseguía apretar con la mano derecha. “Abre la mano” y lo conseguía, “Cierra la mano” y lo lograba. “Mueve la cabeza” y el minúsculo movimiento de la cabeza me hacía llorar. Tenía dificultad en el lado izquierdo, porque parecía haber sido el más afectado. El fisioterapeuta lo llamó el lado débil. Mientras continuábamos todos los días trabajando los movimientos, ella consiguió hasta hacer un movimiento muy pequeño con el pié izquierdo.
Era prácticamente nada, pero ahí estaba, y eso me hizo derramar lágrimas de orgullo y felicidad. En ese momento, me quedé con ella todas las noches, en una butaca al lado de la cama. Su pie derecho parecía buscar cosas que ella podía sentir con los dedos. Con la mano derecha, a veces intentaba tirar el tubo de la traqueotomía. Otras veces, tosía y se atragantaba y la enfermera venía a cuidar de ella. Esas noches fueron dolorosas y bonitas para mí. Aunque en circunstancias terribles, pasé cada noche con mi mujer. A mediodía, la madre, el padre o la hermana de Deb se quedaban con ella para que yo fuese a casa. Comprobé mi mail y todos los días había mensajes de apoyo de fans de todo el mundo. Hablaba sobre negocios de la banda con Nick y Dave y, después intentaba descansar un poco para pasar la noche con Debbie.
Cuando todo parecía realmente estar mejorendo, Debbie sufrió un segundo derrame fuerte. Le hicieron exámenes del cerebro y la llevaron a la UCI. Después de eso, vimos que sufrió otra pequeña hemorragia. A pesar de la realidad, no quise creer que no había esperanza en su recuperación. Solo que cuando la realidad es un médico excelente, que explicaba detalladamente la verdadera magnitud de las condiciones de Debbie, y estás en el hospital con las personas con quien compartes esperanza, lágrimas y la desesperación de aquellos días, mirándonos unos a otros sin poder decir nada, no es más que una situación para luchar por mantener la esperanza viva y no dejar que el último hilo de esperanza se rompa. El problema es que cuando aquella voz suave y confiante dice las palabras que describen la situación del cerebro de la persona que amas, la esperanza se acaba, se consume. Y algo tan precioso, pero sin valor material, es sustituido de manera silenciosa y cruel por un sentimiento fatalista desesperado que entra en el alma, ahora que no hay más esperanza.
Debbie luchó dos noches más. En la mañana del 27 de Septiembre, a las 10:05, ella falleció con su madre y conmigo abrazándola y confortándola mientras comenzaba su viaje a la otra vida, lejos de este mundo de dolor y sufrimiento. En ese momento, se partió mi corazón.
Yo vivía solo por ella, porque ella me dijo semanas antes que quería que continuase. Entonces, decidí intentar participar en el Medieval Festival en Beverley, cerca de Hull. Caí enfermo después de la muerte de Debbie, y el médico me dijo lo que podía ayudar a mantener mi voz y mantener bajo control el resfriado, infección de pecho o el virus que me estaba afectando. El concierto fue muy difícil y dudé si mi voz aguantaría hasta el final. La última canción de la lista fue la canción de Debbie, “While you were gone”. De alguna manera, el sonido en el escenario había mejorado y mi voz aún tenía un poco de fuerza, y conseguí cantarla para ella. Fue la primera vez que la tocamos en directo, y no tenerla allí para escucharla, fue de nuevo muy difícil.
El funeral fue el martes, el mayor que la pequeña iglesia había visto en los últimos años. Los organizadores del funeral no habían visto tantas flores para nadie más. Todos los que ella había conocido aún parecían estar ligados a ella. Si habían sido amigos, incluso por poco tiempo, aún parecían sentir el lazo años después.
El viernes hubo un pequeño velatorio privado. Las cenizas de Debbie fueron puestas en un local particular donde los que la amábamos pidíamos visitar.
Agradezco vuestro apoyo, amistad y lealtad en este momento. Se que nuestra naturaleza es revelada en los peores momentos. Mi banda también apoyó a Debbie y a mí constantemente. Mis fans me hicieron ser humilde con su generosidad de espíritu, fidelidad y comprensión. Perdí al amor de mi vida, perdí mi razón para vivir. Paro, porque ella me pidió que continuase viviendo y que continuase el camino que ella tanto trabajó para que andase. Continuaré. Por ella y por vosotros, todos vosotros que creísteis que ella estaba acertada por tener fe en mí, continuaré. Por su memoria y para honrarla, continuaré”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario